La pantalla del Teatro Lumière de Cannes ocupada por el logo de Netflix frente a una platea dividida entre aplausos y abucheos.
Una cita de referencia como Cannes no se limita a servir de escaparate a la cosecha anual del más exigente cine de autor; también pasa por levantar acta de los debates, conflictos y crisis que marcan el presente y anticipan el futuro de un arte, que nació el 28 de diciembre de 1895 con la primera proyección pública de las películas de los Lumière en el Salon Indien du Grand Café.
La polémica en torno a la incorporación en la Sección Oficial de Cannes de dos títulos producidos por Netflix: Okja, la primera película a competición, otra incursión en el fantástico del coreano Bong Joon-ho; y The Merevowitz Stories de Noah Baumbach. Estas dos, sin posterior estreno en salas. Sumándole la presencia de la instalación de realidad virtual Carne y arena, de Alejandro González. Esta inclusión ha convertido esta edición del certamen en escenario privilegiado de un momento clave regido por la incertidumbre y una comprensible resistencia al cambio. Será el momento en que por fin hablen Ted Sarandos, responsable de contenidos, Jonathan Friedland, el jefe de comunicación y Yann Lafargue, responsable de comunicación en Europa, y que respondan a la batalla comercial y económica que ha surgido en el certamen más importante del audiovisual, que lleva dos días dedicando parte de sus ruedas de prensa a plantearse si Netflix beneficia el cine.
En Francia, el sistema está pensado para proteger las salas de cine. Las ventanas de exhibición se defienden a muerte y las películas no pueden llegar a su comercialización por Internet hasta 36 meses después de su estreno en la gran pantalla. A finales de abril, y acercándose el festival de Cannes, Netflix se planteó estrenar en Francia en cines. No obstante, la negociación no llegó a buen puerto, y antes del comienzo del certamen Netflix anunció la ausencia de estreno en salas en Francia de Okja y de The Meyerowitz Stories. Fue entonces cuando el festival anunció que toda película que desee entrar en la competición tendrá que tener su distribución en salas francesas, y si no es así, no podrá competir por la Palma de Oro a partir del próximo año 2018. No obstante, al festival le alegra dar la bienvenida a un nuevo operador que ha decidido invertir en cine, pero apoya el tradicional modelo de exhibición del cine.
Abrimos debate sobre este tema, ¿creéis que Netflix beneficia al cine? O ¿sois de los que pensáis que es mejor el cine tradicional?