En el post de hoy queremos explicarte la diferencia entre la cerveza industrial y la artesanal, pues ambas difieren en la calidad de los productos utilizados, en el proceso e incluso en el impacto que tienen para el medio ambiente. Así pues, si te apasiona la birra, sigue leyendo.
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Historia de la cerveza
La cerveza es una de las bebidas alcohólicas más antiguas del mundo. Se han encontrado restos de la misma con hasta 13.000 años de antigüedad. Por su origen natural (granos de cebada, agua, levadura y lúpulo), ha estado asociada al ser humano desde el inicio de los tiempos. Consumida por egipcios, romanos o francos, la cerveza como la conocemos y consumimos hoy día tiene su origen en Alemania.
¿Por qué? En 1516, el duque Guillermo IV de Baviera estableció la obligatoriedad de usar agua, cebada malteada y lúpulo para su preparación. La importancia de esta regulación fue tan grande que en Alemania permaneció en vigor hasta hace apenas 30 años. De la idea que estableció emanan la mayoría de las cervezas que se consumen hoy.
Por supuesto, los matices en la cerveza todavía existen, y permiten encontrar una al gusto de cada paladar. Esto viene determinado, por ejemplo, por su tiempo de fermentación. En función del mismo y de sus repeticiones, la cerveza puede tener de 3º a 30º de alcohol.
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¿Qué diferencia hay entre la cerveza industrial y la artesanal?
La principal diferencia entre la cerveza industrial y la cerveza artesanal es que en el caso de la segunda, el uso de aditivos artificiales es inexistente. Los ingredientes para la producción cervecera siempre son los mismos, con pequeños matices. Es en la calidad de las materias primas o en la delicadeza del proceso donde se halla la diferencia.
Con frecuencia, en la elaboración de cerveza artesanal los procesos mecánicos son de carácter manual. Las cervezas industriales están basadas en fórmulas estudiadas de cara al mercado. En el caso de las cervezas artesanales, cada maestro cervecero tiene su propia fórmula. Partiendo de ella, busca con frecuencia mejorar el gusto de su cerveza y se afana en experimentar en la búsqueda de nuevos matices.
Aunque los ingredientes son siempre los mismos, las calidades del lúpulo o la cebada, por ejemplo, varían. Hay cervecerías que incluso cultivan su propia cebada, con la intención de encontrar cepas particulares. Aunque pueda parecer baladí, en el producto final siempre se notan esos cambios.
En las pequeñas cervecerías alemanas (Brauereis), por ejemplo, es común encontrar cervezas asociadas a la estación del año. En festividades, como en Navidad, también se preparan cervezas con sabores asociados a la misma. Partiendo siempre de una misma base, se buscan esencias naturales que otorguen un matiz a una cerveza muy personal. El uso de extractos aromáticos de fresa, frambuesa, cereza o manzanas en la cerveza son un ingrediente que puede otorgar mucha vida a la cerveza.
Por último, pero no menos importante, el impacto en el medio ambiente que tienen las cervezas tradicionales es menor. Normalmente su distribución es local, reduciendo los gastos de transporte. El uso de químicos y productos de origen no natural es reducido a cero. Por no mencionar la colaboración directa con la economía local, tan digna de reivindicar en este mundo globalizado.