Qué sería de la literatura sin sus grandes personajes, el gran Gatsby, el señor Darcy, Frankenstein, Sherlock Holmes. La lista sería interminable. No podemos pensar en una historia sin crear personajes, y es que son imprescindibles para cualquier relato. Empatizamos con el protagonista y nos enamoramos con él, odiamos a sus enemigos, vivimos sus aventuras y vemos a través de sus ojos. Podemos decir que los personajes son uno de los pilares más importantes de un relato, lo sostienen y lo hacen avanzar. Así que vamos a hablar sobre la creación de personajes.
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Índice de contenidos
¿Cuáles son los tipos de personajes de un libro?
Tenemos tres tipos fundamentales de personajes: principales, secundarios y catalizadores o circunstanciales. Cada uno de ellos va a tener dentro del texto labores muy distintas.
La historia gira en torno a los principales, protagonistas y antagonistas, que aparecen en la mayor parte de las escenas. En cambio, los secundarios colaboran con los protagonistas, dan profundidad a la historia y pueden desarrollar multitud de roles. Pueden ser consejeros, aportar humor o introducir una subtrama entre otras cosas.
Por último, los personajes catalizadores solo aparecerán en determinados momentos. Son los que necesitamos para que la historia de un giro, o para hacer que avance en momento puntuales.
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¿Por qué es importante crear personajes únicos?
Un protagonista puede ser pelirrojo y más alto que todos sus vecinos. Pero con eso no es suficiente. Queremos conocer sus manías, sus aversiones, a quién anhela, ese complejo de la infancia del que no se ha podido deshacer. Trabajar este tipo de detalles es lo que hará memorable e interesante a un personaje. Que el lector se interese y quiera saber qué le ocurre y seguir sus aventuras. Porque debe ser verídico y palpable, debe tomar vida, ser de carne y hueso. Tenemos que poder identificarle.
Un personaje que has creado bien es capaz de escribir por sí solo la historia. Da igual si tiene una personalidad definida, no tenga carácter o sea extremadamente impredecible. En cualquier caso debes saber cómo actúa ante cualquier situación a la que se enfrenta. En cambio un personaje sin matices, sin las contradicciones que acompañan a cualquier persona, es decir, un personaje plano como protagonista, arruinará una historia, por muy buena que ésta sea.
Todo protagonista tiene que tener capacidad de cambiar, en función de las vivencias a las que se enfrenta, las decisiones que tiene tomar o los sufrimientos que ha de superar y ante los que tiene que reponerse a lo largo de la narración. Es lo que se llama el arco de transformación, que todo personaje bien construido sufrirá a lo largo de la historia, su proceso de maduración.
Algunos ejercicios para crear personajes
Para trabajar un personaje debes saber de dónde viene, quién es su familia, dónde vive. Tienes que conocerlo. Para ello, elabora un listado de preguntas sobre el personaje. Esto te servirá para construir a todos los habitantes de tus historias. Puedes ir añadiendo preguntas conforme se te vayan ocurriendo. Después de unos cuantos personajes tendrás una gran lista con la que trabajar.
Puedes empezar por la apariencia física, por ejemplo, de qué color tiene el pelo, qué rasgos del rostro llaman más la atención, altura, ojos. Luego pregúntate quién es su familia, amigos, vecinos, las personas más cercanas y las que rechaza. Perfila también su personalidad, pregúntate si es tímido, atrevido o si prefiere la soledad. Qué cosas le ponen de mal humor o triste. Cuáles son sus peores defectos y pesadillas, sus costumbres y manías. Ve ampliando preguntas: cómo es la casa donde vive, su rincón favorito, qué hace cuando está contento o se siente solo. Así todo lo que se te ocurra. No tienes que introducir todos estos detalles en la narración, pero te ayudarán a crear personajes completos.
Por otro lado, es muy importante que el protagonista tenga un objetivo que le haga avanzar por conseguirlo. Puede ser que quiera la vuelta a la normalidad o recuperar que le arrebataron. Como ejercicio, fíjate en alguna persona que veas por la calle paseando o esperando al autobús. Imagínate quién es, qué va a hacer, qué le está pasando. En otro ejercicio, piensa en personas que conoces y combina rasgos de uno y de otro para crear personajes. También puedes ayudarte de fotografías en revistas o libros. Ten en cuenta si escribes una novela o relato corto. En el primer caso, el protagonista vivirá con nosotros mucho tiempo y más espacio.
¿Cómo construir los personajes de un libro?
Para crear personajes no solo dispones de la descripción. A través de sus acciones y de las decisiones que va tomando se va descubriendo su personalidad. Puedes presentarlo también mediante la conversación entre otros personajes que hablan de él. Su forma de interactuar con cuanto le rodea, con los objetos de su casa, de su oficina, con los vecinos.
Si es un personaje tímido mirará al suelo en un ascensor lleno, mientras que otro extrovertido dirá algo ingenioso. La forma en que se expresa un personaje también nos dice mucho sobre él. Un personaje tiene que ser coherente, no puede ser tímido en una escena y en el párrafo siguiente atrevido. Siempre que no haya sufrido una transformación a través de una experiencia que lo haya hecho cambiar, claro. Recuerda que los rasgos opuestos en un personaje le dan muchas dimensiones y aportan matices interesantes que lo harán parecer más real.
Otro método para crear personajes consiste en entrar en su mente, y relatar lo que está pensando en ese momento. La ficción nos da esta oportunidad para entrar y salir de un personaje al antojo del autor. Puedes alejarte más o acercarte hasta introducirte en su mente.
Combinando todo esto se puede perfilar un personaje de una manera muy completa, con detalles de la apariencia, las acciones que realiza, su manera de hablar y sus pensamientos.
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